Nada,
ni la hora en que sé
que miras
mi piel en la foto.
Ni aquella palabra
que no me nombra
y sin embargo me llama
adentro de tu cuerpo.
Nada que digas
dice -amor te necesito-
lo escribe el silencio
en un grito de rayo
en medio de la noche.
En ese insomnio de tus besos dulces y largos
que caen como las uvas
por la cama
y que llenan las bocas
de semillas
y de semillas las manos.
Este amor de dolores largos
de lenguas sedientas
de lágrimas fugaces
me recuerda
en las campanadas
el sonido de hierro
de tu voz.
Y la ausencia que viene
del aire acompasada
me sofoca en el golpe.
Nada se me ha olvidado.
Pero Nada.
Mónica Mera
que hermoso este poema es como si tallara en la memoria un recuerdo
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